Ivrí
Antisemitismo y antijudaismo surgieron de una rivalidad ancestral que aparece en el texto bíblico de Ester durante el reinado de Asuero (Jerjes), rey de Persia (Siglo V a.C.), y se manifiestan también en relatos bíblicos más antiguos.
Asuero, rey de Persia, influenciado por sus consejeros, repudió a su primera esposa Vasti y emprendió la búsqueda de una mujer dócil y bella. Vasti fue depuesta por desafiar a su esposo el rey Asuero al negarse a asistir al banquete donde el rey Asuero iba a mostrar la belleza de Vasti a sus invitados. La reina Vasti se menciona en Ester 1:15-21.
Joven, bella y huérfana, Ester, ocultando su origen hebreo de la genealogía de Benjamin, participó y triunfó en el concurso de belleza organizado por Asuero, rey de Persia, y se convirtió en su esposa y en reina de Persia. Ester llegó a Persia (Babilonia) exiliada de Judea, capital de Jerusalem, después de la destrucción del primer templo de Jerusalem, construido por Salomón, rey del reino unificado de Israel, sucesor de su padre el rey David, gran rey del antiguo Israel, reconocido como rey y profeta en el judaísmo, en el cristianismo y en el islam. El primer templo de Jerusalem fue destruido por Nabucodonosor II, rey de la Antigua Babilonia quien también deportó a los judíos de Judea a Babilonia.
Mardoqueo, tutor y primo de Ester, perteneciente a la genealogía israelita de Benjamin y de Saúl, llegó exiliado con Ester a Persia y, aún cuando no era de la tribu de Judá, le llamaban y le seguirían llamando “yehudi” (judío) como si perteneciera a la tribu de Judá. Es esta la primera vez que se menciona la palabra judío (yehudi) en literatura bíblica. Mardoqueo fue entonces el primer judío de la historia y del texto bíblico durante el exilio de los hebreos en Babilonia que pasó a formar parte de Persia con Ciro II el Grande durante la batalla de Opis.
Asuero, rey de Persia, nombró jefe de su gobierno a Amán, descendiente de Agag, rey de los Amalecitas, enemigos hereditarios del pueblo judío (Ester 3). El rey Asuero ordenó que en señal de respeto, todos se arrodillaran e inclinaran su cabeza frente a Amán, pero Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba su cabeza frente a Amán. Los sirvientes del palacio le contaron a Amán que Mardoqueo no obedecía esa orden porque era judío y, cuando Amán se enteró que Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba su cabeza ante él, se enfureció y al saber que Mardoqueo era judío, decidió castigarlo y destruir a todos los judíos que vivían en el reino persa de Asuero (Ester 3).
El día trece del mes de Abib, el rey Asuero llamó a sus secretarios para que escribieran las órdenes de Amán y las enviaran a todos los gobernantes en el país, debidamente firmadas y selladas por el rey Asuero. En esos escritos se ordenaba que el día trece del mes de Adar se destruyera por completo al pueblo judío. Ese día matarían a todos los judíos, incluyendo ancianos, mujeres y niños, y además se les quitarían sus pertenencias. El decreto fue dado a conocer en todas las provincias y dejó confundidos a los habitantes. El rey, por su parte, se sentó a beber con Amán (Ester 3:12-15).
Ester, convertida en reina de Persia, esposa del rey Asuero, salvó a su pueblo judío de la masacre promovida por Amán. Ester logró que el rey Asuero autorizara a los judíos defenderse de los ataques de los que los iban a asesinar, ya que el rey Asuero no podía abolir el decreto que había promulgado para asesinar a los judíos. Los judíos combatieron y lograron sobrevivir a los ataques de los asesinos. Por este motivo, la salvación de los judíos por intervención de Ester, celebra en la fiesta judía de Purim. Ester reveló la crueldad de Amán y el rey Asuero ordenó la ejecución de Amán.
El conflicto entre Mardoqueo y Amán comenzó en circunstancias anteriores. Mardoqueo fue descendiente de Saúl, rey de Israel. Amán fue descendiente de Agag, rey de los amalecitas y enemigo del rey Saúl. Mardoqueo y Amán prosiguieron un enfrentamiento que comenzó con sus ancestros, Saúl y Agag. Amalec en guerra constante contra los hebreos, atacó y se ensañó con los hebreos más vulnerables que acababan de liberarse de la esclavitud en Egipto y que no estaban preparados para combatir con Amalec (Deuteronomio 25:17-19). A partir de este episodio, el nombre de Amalec quedó asociado al odio antijudío en la historia.
En circunstancias aún más antiguas, en la época del patriarca Abraham, comenzó a gestarse la rivalidad ancestral que aparece en el texto bíblico de Ester. Los dos primeros hijos del patriarca Abraham, fueron Issac e Ismael. Los dos hijos de Issac fueron Esaú y Jacob. El enemigo de los judíos, Amalec, fue descendiente de Esaú, hermano mellizo de Jacob. Esaú tuvo un hijo llamado Elifaz que tomó como concubina a una mujer llamada Timná, madre de Amalec. El odio antijudío de Amalec, podría ser una tara transgeneracional personificada en un Amalec capaz de reencarnarse en cada generación.
El antisemitismo viene dirigido contra los judíos, pero tan semitas son los árabes como los judíos, descendientes ambos del patriarca Abraham, a su vez descendiente de Sem, hijo de Noé. Abraham nació en la ciudad de Ur de los caldeos, actualmente Irak, y es patriarca venerado en el judaísmo, en el cristianismo y en el Islam. Abraham cruzó el río Eufrates y llegó a Canaán que corresponde actualmente a territorios de Israel, Palestina, la Franja de Gaza y Cisjordania, zona occidental de Jordania y algunos puntos de Siria y Líbano. Canaán fue el nombre de una región a veces independiente y otras veces obligada a pagar tributo a Egipto.
“Al otro lado del río Éufrates vivieron: Terah, padre de Abraham y de Nacor, y ellos servían a otros dioses. Yo tomé a Abraham del otro lado del río e hice que anduviera por la tierra de Canaán, y multipliqué su descendencia” (Josué 24:3-15).
Canaán, la tierra prometida por Dios a Abraham y a su descendencia (Génesis 15:18), es esencial en la fe de los judíos. La promesa se cumpliría tiempo después cuando los israelitas salieron de Egipto donde fueron esclavos y entraron en Canaán (Génesis 28:13). De los doce hijos de Jacob, hijo de Issac y nieto de Abraham, surgieron las doce las tribus israelitas que habitaron Canaán: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftal, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, Benjamín y José (representado eventualmente por sus hijos, Manasés y Efraín). En Jacob nació la identidad judía cuando Jacob, por designio divino, cambió de nombre a Israel (Génesis 35:9-11).
Abraham no nació hebreo, porque no existía ni existe un país de nombre “Hebreo”. El que nace en Egipto es egipcio. Abraham era caldeo, de Caldea, región ubicada en la parte sudoriental de la cuenca de los ríos Tigris y Éufrates. La palabra hebreo no expresa origen sino destino. Abraham adquirió la identidad de hebreo al atender el llamado divino que le ordenó dejar todo y alejarse de su lugar de nacimiento (Génesis 12). En hebreo la palabra Ivrí significa hebreo, y se refiere a “la persona que atraviesa, que cruza”. A Abraham lo llamaron Ivrí (Génesis 14:13), porque cruzó al otro lado del río Eufrates para llegar a Canaán.
Me parece que actualmente se cree que nuestra realidad es independiente de nuestro pasado, aún cuando nuestra realidad depende de nuestro pasado. Hacemos nuestra historia, pero no la hacemos como quisiéramos. La fuerza de nuestro pasado sobre nosotros, podría ayudarnos a comprender nuestro presente y a evitar ideas que alientan asesinatos masivos como en el caso de los judíos. No es únicamente la duración de esas ideas lo que las hace peligrosas, sino también el hecho de que están históricamente entrelazadas con aspiraciones humanas. Las ideologías del presente, sin ser conscientes de ello, pueden estar utilizando remanentes de ideologías del pasado y formando parte de nuestros hábitos de pensamiento crítico. La historia es un recordatorio poderoso de cómo generaciones previas lucharon con problemas similares a los nuestros, y es también un obsequio entregado a nuestra época, saturada de convicciones apasionadas. Creo que cuando el objetivo es confrontar prejuicios y hábitos de pensamiento, se requiere lo que la historia ofrece.
Jorge Alejandro DelaVega Lozano