Rabbi Sacks 1
Los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, reconocieron a Dios. Los no judíos como Melquisedec, contemporáneo de Abraham, a quien se describe como “sacerdote del Dios Altísimo” (Génesis 14:18) también reconoció a Dios.
El faraón, en los días de José, reconoció a Dios diciendo "¿Hay otra persona que tenga el espíritu de Dios como en este hombre?" (Génesis 41:38).
Dios habló con los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, y habló también con Avimelec rey de Gerar (Génesis 20:3-7) y con Labán (Génesis 31:24).
¿Qué tienen de especial los patriarcas?
Los patriarcas no parecen enseñar ningún nuevo principio de fe; Dios no realizó ningún milagro transformador a través de los patriarcas; los patriarcas no transmitieron profecías ni tuvieron discípulos.
Nada explícito en el texto de la Torá indica que los patriarcas intentaron persuadir sobre la verdad del monoteísmo o que lucharon contra la idolatría. A lo sumo hay una historia sobre cómo Raquel robó los terafines de su padre (Génesis 31:19), que pueden haber sido ídolos o no.
Un tema persistente en las historias patriarcales de la Torá, son las dos promesas que Dios hizo a los patriarcas: 1.- Que tendrían muchos descendientes. 2.- Que heredarían la tierra de Canaán.
Dios hizo también promesas a los hijos de Ismael y de Esaú. La Torá parece decirnos que las promesas a los hijos de Ismael y de Esaú, se cumplieron antes que las promesas a los hijos de Isaac y de Jacob. A los hijos de Esaú, por ejemplo, Dios les dijo: "Estos son los reyes que gobernaron en la tierra de Edom antes de que ningún rey reinara sobre los israelitas" (Génesis 36:31).
¿Por qué tantos capítulos de la Torá a los patriarcas? ¿Que novedad trajeron los patriarcas al mundo? ¿Qué diferencia hizo el monoteísmo de los patriarcas en su época? Las respuestas a estas preguntas aparecen seis ó siete veces en la Torá y nos muestran que cada vez que un miembro de la familia patriarcal abandonaba su espacio patriarcal y entraba en el mundo contemporáneo exterior, se encontraba con un mundo exterior de libertad sexual para todos.
Tres veces, Abraham (Génesis 12 y 20) e Isaac (Génesis 26) se vieron obligados a abandonar su hogar debido a la falta de alimentos. Dos veces fueron a Gerar. Una vez Abraham fue a Egipto. En las tres ocasiones, tuvieron miedo de que súbditos de los gobernantes los asesinaran para que el gobernante local pudiera incluir a sus esposas en su harén. Las tres veces dijeron que su esposa era su hermana, aunque esto fue mentira y, en el mejor de los casos, verdad a medias, en los tres casos, el miedo a la muerte estuvo presente.
En el cuarto caso, Lot en Sodoma (Génesis 19): la gente se agrupó alrededor de la casa de Lot exigiendo que sacara a sus dos visitantes de la casa para que fueran violados. Lot les ofreció en su lugar a sus hijas vírgenes y, sólo la acción rápida de los visitantes (ángeles) que castigaron a esa gente con ceguera salvaron a Lot y a su familia de la violencia sexual.
En el quinto caso (Génesis 34), Siquem, príncipe local, violó y secuestró a Dina, y la mantuvo como rehén, lo que provocó que Shimon y Levi practicaran el engaño y el derramamiento de sangre mientras rescataban a Dina y obtenían venganza por su secuestro.
Luego un caso marginal (Génesis 38): la historia de Judá y Tamar, más compleja que las demás y que no forma parte del patrón general.
Finalmente, el sexto caso, cuando la esposa de Potifar intenta seducir a José. Al fracasar, ella acusa a José de violación y lo encarcela.
En Génesis 12-50, el contraste entre el pueblo del pacto abrahámico y sus vecinos, no se trató de idolatría, sino de adulterio, promiscuidad, licencia sexual, seducción, violación y violencia por motivos sexuales.
La narrativa patriarcal se encuentra sorprendentemente cercana a la visión de Freud de que Eros es uno de los dos impulsos primarios que gobiernan el comportamiento humano. El otro impulso es Tanatos, el instinto de muerte.
La narrativa patriarcal se encuentra también cerca de la visión del psicólogo evolutivo David Buss, en sus libros "La evolución del deseo" y "El asesino de al lado" donde el sexo es la principal causa de violencia entre humanos.
La palabra "emuná" que en hebreo se traduce normalmente como fe, significa fidelidad, lealtad, y tiene que ver con las relaciones en el matrimonio.Las historias de los patriarcas en la Torá nos dicen que la fe no es una proto o pseudociencia, ni una explicación de por qué el universo es como es. Las historias de los patriarcas nos muestran el lenguaje de las relaciones humanas y la coreografía del amor, así como la importancia del vínculo moral, particularmente en lo que afecta a nuestras relaciones más íntimas. La sexualidad es importante en el judaísmo porque representa el amor que trae nueva vida al mundo.
En una sociedad donde la idea de ética sexual se pierde, la violencia y la explotación de los impotentes por parte de los poderosos aparece: las mujeres sufren; los niños sufren; hay ruptura de la confianza donde más importa. Así fue en los días de los patriarcas, y así es hoy, lamentablemente.
Fuente - Rabino Jonathan Sacks (inglés).
Jorge Alejandro DelaVega Lozano