Agustín
Agustín de Hipona, de origen bereber y obispo de Hipona Regius en Numidia, conocido como “San Agustín”, nació en Tagaste, África septentrional romana. Luchó contra lo que en el catolicismo se consideraba “herejía” y fue proclamado Doctor de la Iglesia Católica por el papa Bonifacio VIII.
Agustín en su juventud llevó una vida hedonista, relacionado con jóvenes que se jactaban de sus hazañas sexuales. Mantuvo relación durante más de quince años, con una mujer que fue su amante y que dio a luz a su hijo Adeodato.
Agustín practicó durante diez años la religión maniqueísta, fundada por el sabio persa Mani, quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios, pero un encuentro decepcionante entre Agustín y el obispo maniqueo Fausto de Mileve, provocó que Agustín dejara el maniqueísmo y se uniera al escepticismo en la “Nueva Academia”.
La religiosidad de la madre de Agustín, los estudios de Agustín sobre neoplatonismo, y la influencia de su amigo Simpliciano, propiciaron que Agustín se uniera al catolicismo después de que el Emperador Romano Teodosio I mediante el Edicto de Tesalónica declarase al catolicismo como única religión legítima en el Imperio Romano y emitiera un decreto de muerte para todos los monjes maniqueos.
La madre de Agustín le concertó matrimonio respetable a Agustín. Agustín confesó que no había sido amante del matrimonio, sino un esclavo de la lujuria, así que se buscó otra concubina mientras esperaba dos años hasta que su prometida alcanzara la mayoría de edad para casarse. Durante este período, Agustín pronunció su famosa frase: “Concédeme castidad y continencia, pero aún no” que aparece en su obra "Confesiones".
Alipio, obispo de Tagaste, disuadió a Agustín del matrimonio, afirmando que no podrían vivir juntos en el amor a la sabiduría si Agustín se unía en matrimonio. Agustín recordó su vida en Cassiciacum, una villa cerca de Milán donde se reunía con sus seguidores, y la describió como “Christianae vitae otium”: el ocio de la vida cristiana.
Ambrosio, obispo de Milán, bautizó a Agustín y a su hijo Adeodato en Milán. Un año después del bautizo en 388 d.C., Agustín completó su apología: “La Santidad de la Iglesia Católica” y, en ese mismo año, Adeodato y Agustín regresaron a su hogar en África. La madre de Agustín, Mónica, falleció en Ostia, Italia, mientras se preparaba para embarcarse hacia África. Agustin y su hijo Adeodato llegaron a su hogar en África y comenzaron una vida de ocio aristocrático en la propiedad de la familia de Agustín. Adeodato, hijo de Agustín, falleció poco después de la muerte de Mónica, madre de Agustín. Entonces Agustín vendió su patrimonio y donó el dinero a los pobres. Solo conservó la casa familiar que convirtió en una fundación monástica para él y un grupo de amigos.
En el año 1298, Agustín fue canonizado por aclamación popular y reconocido como Doctor de la Iglesia Católica por el Papa Bonifacio VIII. La festividad de “San Agustín” se celebra el 28 de agosto, día de su fallecimiento. Se le considera el santo patrón de los cerveceros, impresores, teólogos y de algunas diócesis.
En octubre de 1695, obreros en la iglesia de San Pietro in Ciel d'Oro en la ciudad de Pavía, Italia, descubrieron huesos humanos en una caja de mármol. Surgió una controversia entre los miembros Eremitas de la Orden de San Agustín, y los Canónigos Regulares de San Agustín, acerca de si se trataba de los huesos de San Agustín. El papa Benedicto XIII (1724-1730) encargó al obispo de Pavía, Monseñor Pertusati, que tomara una decisión acerca de los huesos humanos. El obispo de Pavía Monseñor Pertusati, declaró que los huesos eran los de San Agustín.
Jorge Alejandro DelaVega Lozano
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