Presencia Judía en Michoacán, México - Historia

Los conversos judíos del pueblo Cotija de la Paz en Michoacán, México:

Es poco conocida la historia de los descendientes de criptojudíos sefaradíes españoles y portugueses, que por huir de las garras de la Inquisición, se asentaron entre los siglos XVII y XVIII en un valle montañoso, a más de 2 000 metros de altura, rodeado de lagos, en medio de un denso bosque, y lo suficientemente alejados de la Ciudad de México, donde tenían sus oficinas la Inquisición, por lo tanto, aquella región era un escondite perfecto. Ese lugar se llama Villa colonial de Cotija de la Paz, en el estado de Michoacán, conocido como Cotija, y que para aquellos habitantes, representaba un refugio para vivir en paz. 

El municipio de Cotija, en Michoacán, es el único poblado en México, con clara evidencia de su antepasado judío converso sefaradí, que fue escogida para vivir, por judíos que allí se asentaron, en donde fabricaron el conocido queso cotija, que es originario de este mismo pueblo. 

Incluso en el propio sitio Web del gobierno municipal de Cotija de la Paz, está escrito lo siguiente:

“Cotija, a pesar de ser una población eminentemente católica por muchos años, la tradición oral de los pobladores señala que fue fundada por una gran cantidad de sefaraditas o judíos conversos”. 

El historiador Luis González y González, nacido en esa región, y conocedor de los orígenes de la población de la zona, señala lo siguiente:

Los judíos se asentaron en la región a principios del siglo XVIII, y como venían huyendo de la Inquisición, buscaban establecerse en lugares poco visibles, y para ello esta zona era un escondite perfecto. Estos pueblos fueron conformados por personas de origen judío. 

Recuerdo cuando yo era niño, la mayoría usaba nombres bíblicos como Abraham, Isaac, Jacobo, Esther, José, y evitaban comer mezclando carne con leche, aunque no sabían porqué lo hacían. 

Tampoco trabajaban los sábados por ser día de la virgen. 

También en algunas rancherías, tenían la costumbre de apartar una pequeña cantidad de masa, de la masa del pan y la tortilla y hasta hoy día, en algunos ranchos del pueblo de Cotija, se degüellan las gallinas con un cuchillo muy afilado, y se preparan para comer hasta que se desangran.

Todavía recuerdo que mi padre mostraba un particular y exagerado interés sobre su aseo personal los días viernes por la tarde, y él decía que comer carne con leche era como comer vómito. 

Otra costumbre que llamaba mucho mi atención, era cuando veía a mi padre y algunos pobladores de aquel lugar, que después de la Pascua, se abstenían de rasurarse por 40 días aproximadamente. 

Incluso algunos de los más ancianos habitantes del pueblo de Cotija, todavía conservan al hablar, el castellano antiguo, o mejor conocido como ladino, que era el idioma que hablaban en España los judíos sefaraditas. 

Asimismo, algo muy particular, es que por generaciones, las familias de Cotija han evitado entrelazar matrimonios con locales, fomentando casi exclusivamente hasta tiempos muy recientes los matrimonios entre parientes, ya sea entre primos y primas, o cuando menos miembros del mismo clan, destacando las familias de tez blanca y ojos claros. 

Algunos apellidos de estas familias son:

Mendoza, González, Valencia, Navarro, Silva, De la Parra, Barajas, Farías, Espinosa, Méndez, Guizar, Chávez, Maciel y Torres. 

Aún en la actualidad, es perfectamente clara la división que hay entre el grupo de origen ibérico y el grupo indígena nativo. 

Es decir, que los descendientes de aquellas familias llegadas de España y Portugal, no incorporaron el mestizaje que sí se dio en el resto del país. 

Sin embargo, la gente que desciende de estas familias, no parece tener mucho interés en el tema judío. 

Incluso a veces parecieran rehuir a todo lo que suene a judío, ya que así fueron instruidos por sus ancestros, ante el temor de ser descubiertos por la Inquisición de México. Pero no obstante, tienden a conservar su sentido de identidad, casándose entre ellos mismos. 

Por lo tanto, no es de sorprender, que Cotija haya sido cuna de grandes y emprendedores empresarios, comerciantes y financieros, ya que de allí tienen origen los que eran los famosos dueños de los almacenes París-Londres (que hoy ya no existen), o dulces y chocolates la Azteca, mejor conocida por su marca Carlos V, o el viejo hotel de México, hoy World Trade Center, etcétera. 

Así como la costumbre de ayudarse entre sí, y darse empleo unos a los otros. 

Pero por otro lado, llama mucho la atención que en este mismo pueblo haya tantas iglesias, sacerdotes y monjas, más que en ningún otro pueblo. 

Justamente el motivo es porque para que la Inquisición no vaya a sospechar de aquellas familias criptojudías que allí vivían, tenían que dedicar a algunos de sus hijos a la iglesia, para verificar si en verdad se habían convertido, ya que muchos de ellos, solo decían convertirse, pero a escondidas seguían practicando el judaísmo. 

Una mujer oriunda de Cotija, contó que ella recordaba cómo su abuela respetaba el sábado de no hacer trabajo alguno, y no comía carne de cerdo. 

También mencionó que ella se acuerda cómo todos los viernes en su casa prendían velas. 

Ah, y un dato más; las cotijenses tienen fama de ser las mujeres más bellas de Michoacán, ¿por qué será? 

Sin lugar a duda, el pueblo de Cotija y sus orígenes judeosefaraditas, resulta ser un caso único en su tipo, referente a comunidades descendientes de los expulsados de España y Portugal, que se dirigieron hacia tierras americanas.

Fuente:

Centro Deportivo Israelita
Publicado el 14 Septiembre 2017
https://www.cdi.org.mx/articulos-interes/los-conversos-del-pueblo-cotija-de-la-paz-en-michoacan-mexico  

Compilación:

Jorge Alejandro DelaVega Lozano
Twitter: @jdelavegal

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